Cambiar de trabajo: cómo vivir (con calma) los primeros días en una nueva etapa

Cambiar de trabajo es una de esas decisiones que lo remueve todo. Es emocionante, sí… pero también puede despertar un cóctel de nervios, expectativas, dudas y entusiasmo que a veces cuesta gestionar.

Los primeros días en un nuevo trabajo se sienten como entrar en un territorio desconocido: todo es nuevo. Las personas, los procesos, el vocabulario, la cultura interna. Incluso tú te sientes distinta: ilusionada, pero también un poco vulnerable.

¿Por qué nos sentimos tan desubicadas al empezar?

Porque estamos soltando una identidad profesional que ya conocíamos (aunque no nos gustara del todo), para construir otra desde cero.
Y eso, aunque sea deseado, implica incertidumbre.

Además, queremos hacerlo bien. Queremos encajar, estar a la altura, demostrar que fue una buena decisión contratarnos. Esa presión (interna y externa) puede hacernos dudar incluso de nuestras capacidades.

Algunas ideas para vivir tus primeros días con más calma y confianza:

1. No necesitas demostrar todo el primer día

Respira. Observa. Escucha. Estás en una fase de adaptación y aprendizaje. No se espera que lo sepas todo ni que brilles desde el minuto uno.

2. Permítete no saber

Pedir ayuda, tomar apuntes, hacer preguntas: todo eso es parte de un comienzo saludable. Nadie espera que tengas todas las respuestas desde el principio.

3. Construye relaciones desde la autenticidad

Más allá del rol que desempeñas, eres una persona nueva en un sistema humano. Presentarte con cercanía, mostrar interés genuino y conectar con tus compañeros será tu mayor capital.

4. Acepta el desorden inicial

Tus emociones pueden ser contradictorias: ilusión mezclada con nostalgia por lo anterior, gratitud y miedo al mismo tiempo. Es parte del proceso.

5. Recuerda tu “para qué”

Vuelve a tu motivación. ¿Por qué elegiste este cambio? ¿Qué te trajo hasta aquí? Conectar con tu propósito te anclará cuando la mente quiera sabotearte.

Estás empezando algo nuevo, y eso requiere tiempo

Los comienzos son incómodos porque implican crecer. Y crecer nunca es del todo cómodo. Pero si estás ahí, es porque te atreviste. Y eso ya es un acto de valentía.

Así que date espacio. Celebra los pequeños logros. Y confía: cada día estás más cerca de sentirte en casa, incluso en un lugar nuevo.

¿Estás en tus primeros días en un nuevo trabajo? ¿O estás pensando en cambiar?
Te leo en los comentarios o, si quieres acompañamiento en este proceso, puedes escribirme para empezar un proceso de coaching.

Regresar al blog

Deja un comentario